jueves, 6 de mayo de 2010

Impresionada...

Desde pequeña vivo impresionada por los cuadros de Monet, sobretodo de su época última. Sí, lo sé, soy poco original. Quizá vendería más decir que me encantan las creaciones de Berthe Morisot, Frédéric Bazille o el mismísimo Armand Guillaumin, en cuanto a impresionistas se refiere, pero no, soy más sencilla que todo eso, me encantan las creaciones del maestro Claude.
No puedo explicar con claridad meridiana cuánta emoción me transmite esa luz, esa suavidad en los trazos, esos colores que siempre son un bálsamo, esa manera de enfrentarse al realismo, de querer escapar, esa intención nada oculta de querer transformar el mundo desde las cosas más inútiles, las más bellas...
Claude Monet se mantuvo fiel a sus principios, y también le admiro por eso. No cambió de estilo, no se vendió a las nuevas corrientes, no quiso innovar en su forma de ver la vida. Evolución sí, cambio no. Era un apasionado del buen vivir. Amante de las flores y experto gastrónomo, escribió varios diarios de cocina donde relataba recetas de invención propia o adaptaciones de famosos platos franceses. Por eso también me impresiona. Combinaba sabiamente todas sus pasiones (incluída su familia y sus amigos). Por eso también me gusta.
Aunque la obra de un artista no alcance para comprender su vida, Claude Monet parece haber vivido como pintó: suave, emocionante, luminoso... Y por todo esto vivo impresionada desde pequeña.


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