Benicarló es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Situado en la costa norte de la Provincia de Castellón, en la Comarca del Bajo Maestrazgo, cuenta con 26.381 habitantes (INE 2008).
Pero Benicarló es mucho más para mí. Benicarló es mi gente; mi casa. La vida me llevó a vivir a otro lugar donde, por otra parte, no dejo de ser feliz; donde, por otro lado, me quiero quedar... Pero es bueno volver... Y Benicarló es el lugar donde siempre vuelvo, donde, ahora, siempre "volvemos"...
Mi pueblo es también mamá y sus bocadillos de atún con tomate (entre un millón de virtudes), papá y su regazo siempre dispuesto, los tetes (mi tres héroes), mis abuelos sentados en la puerta de casa, siempre con el cariño puesto; los primeros dolores después de los besos robados, las tardes con mis amigas (todas ellas), las risas con mis amigos (todos ellos), las clases de inglés y mecanografía en aquel piso clandestino...
Mi Benicarló es pan del cielo... Detrás de aquellos mecanismos de persianas que subían y bajaban y que sólo dejaban escuchar sus dulces voces, las monjas del convento de la calle Cabanes nos vendían las obleas a 25 pesetas. A veces eran gratis; a cambio yo me acercaba a la bodega Miravet a comprarles unas garrafas de vino medicinal (?) que llamaban Quina.
Mi Benicarló es Cine Capitol; sesiones infantiles los sábados a las 16h. sentados en los pasillos (nunca existió el aforo limitado); Benicarló es Parreta y regadera, Pepito y su motocarro, Nuevo Centro, El Morret, y sus "cocs en sal", Sión y sus miles de cajitas llenas de botones de colores, Muchola y su fuente, Modesto y Piñana, mi banda de fallera y mi blusa de fiestas...
Mi pueblo representa lo que fui y lo que soy; lo que no quiero dejar de ser, lo que nunca volveré a ser; un mundo de certezas y abrazos; una mirada al sur, con la frente marchita, a veces... Benicarló es también "La misma noche que hace blanquear los mismos árboles".
Pero Benicarló es mucho más para mí. Benicarló es mi gente; mi casa. La vida me llevó a vivir a otro lugar donde, por otra parte, no dejo de ser feliz; donde, por otro lado, me quiero quedar... Pero es bueno volver... Y Benicarló es el lugar donde siempre vuelvo, donde, ahora, siempre "volvemos"...
Mi pueblo es también mamá y sus bocadillos de atún con tomate (entre un millón de virtudes), papá y su regazo siempre dispuesto, los tetes (mi tres héroes), mis abuelos sentados en la puerta de casa, siempre con el cariño puesto; los primeros dolores después de los besos robados, las tardes con mis amigas (todas ellas), las risas con mis amigos (todos ellos), las clases de inglés y mecanografía en aquel piso clandestino...
Mi Benicarló es pan del cielo... Detrás de aquellos mecanismos de persianas que subían y bajaban y que sólo dejaban escuchar sus dulces voces, las monjas del convento de la calle Cabanes nos vendían las obleas a 25 pesetas. A veces eran gratis; a cambio yo me acercaba a la bodega Miravet a comprarles unas garrafas de vino medicinal (?) que llamaban Quina.
Mi Benicarló es Cine Capitol; sesiones infantiles los sábados a las 16h. sentados en los pasillos (nunca existió el aforo limitado); Benicarló es Parreta y regadera, Pepito y su motocarro, Nuevo Centro, El Morret, y sus "cocs en sal", Sión y sus miles de cajitas llenas de botones de colores, Muchola y su fuente, Modesto y Piñana, mi banda de fallera y mi blusa de fiestas...
Mi pueblo representa lo que fui y lo que soy; lo que no quiero dejar de ser, lo que nunca volveré a ser; un mundo de certezas y abrazos; una mirada al sur, con la frente marchita, a veces... Benicarló es también "La misma noche que hace blanquear los mismos árboles".
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