viernes, 29 de octubre de 2010

Menos crisantemos y más boniatos

El Día de Todos los Santos está a punto de celebrarse. Cuando era pequeña recuerdo estrenaba ropa ese día y que iba con mis padres al cementerio y jugaba a encontrar al difunto que llevaba allí mas tiempo; me podía pasar horas perdida entre nichos. Sé lo que estais pensando, pero os aseguro que nunca he sido macabra; sólo una niña aburrida entre aquellos tétricos pasajes llenos de flores automáticas (como llamaba mi abuela a las artificiales) y fotos antiguas y horrorísimas a más no poder.
El juego dejó de tener gracia cuando entre esas calles pude empezar a encontrar rostros conocidos. Ya no me gustaba estar allí. Empecé a odiar los crisantemos y dejé de ir más que para lo inevitable. Después faltó mi padre y, sin darme cuenta, empecé a acumular un especial rencor hacia los camposantos. Lo inteligente, cada año, es cambiar el odio envenenado que me provoca aquel lugar por las castañas y los "panellets"; te dejan mejor sabor de boca. Por eso os presto esta receta, porque me sabe a momentos inolvidables y siempre me hace sonreir. A disfrutar se ha dicho...



Ingredientes para 40 piezas:

  • Almendra molida: 350 gr.
  • Azúcar: 250 gramos
  • Boniato: 1 pequeño
  • Huevos: 2 pequeños

Preparación:

Tiempo estimado: 30 minutos

  • Se ponen los boniatos en una olla y se hierven enteros con la piel y todo
  • Una vez están los boniatos cocidos se pelan, se aplastan y se dejan enfriar
  • Por otro lado se pone el azúcar y las almendras en un bol y se remueve. Una vez removido se añade el boniato bien frío y 1 huevo entero y se mezcla todo bien con las manos hasta que quede una pasta homogénea
  • Una vez que la masa esta preparada se divide en partes iguales dependiendo de cuantos sabores se quieran hacer
  • Cada parte se divide nuevamente y se hacen bolitas de aproximadamente 4 centímetros de diámetro
  • Para finalizar con la elaboración, se bate el huevo restante y, uno a uno, los panellets se rebozan con el huevo y después con lo que se desee (con piñones, con coco, con almendras troceadas, con café, con cacao, con membrillo, etc.)
  • Finalmente se van colocando cuidadosamente en una bandeja que se dispondrá en la parte superior del horno y se hornean a 180º hasta que queden doraditos
  • En caso de desearlo se pueden pintar con yema de huevo justo antes de ponerlos al horno ya que así quedan lustrosos y con más presencia


martes, 19 de octubre de 2010

Mi Gente


Benicarló es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Situado en la costa norte de la Provincia de Castellón, en la Comarca del Bajo Maestrazgo, cuenta con 26.381 habitantes (INE 2008).
Pero Benicarló es mucho más para mí. Benicarló es mi gente; mi casa. La vida me llevó a vivir a otro lugar donde, por otra parte, no dejo de ser feliz; donde, por otro lado, me quiero quedar... Pero es bueno volver... Y Benicarló es el lugar donde siempre vuelvo, donde, ahora, siempre "volvemos"...
Mi pueblo es también mamá y sus bocadillos de atún con tomate (entre un millón de virtudes), papá y su regazo siempre dispuesto, los tetes (mi tres héroes), mis abuelos sentados en la puerta de casa, siempre con el cariño puesto; los primeros dolores después de los besos robados, las tardes con mis amigas (todas ellas), las risas con mis amigos (todos ellos), las clases de inglés y mecanografía en aquel piso clandestino...
Mi Benicarló es pan del cielo... Detrás de aquellos mecanismos de persianas que subían y bajaban y que sólo dejaban escuchar sus dulces voces, las monjas del convento de la calle Cabanes nos vendían las obleas a 25 pesetas. A veces eran gratis; a cambio yo me acercaba a la bodega Miravet a comprarles unas garrafas de vino medicinal (?) que llamaban Quina.
Mi Benicarló es Cine Capitol; sesiones infantiles los sábados a las 16h. sentados en los pasillos (nunca existió el aforo limitado); Benicarló es Parreta y regadera, Pepito y su motocarro, Nuevo Centro, El Morret, y sus "cocs en sal", Sión y sus miles de cajitas llenas de botones de colores, Muchola y su fuente, Modesto y Piñana, mi banda de fallera y mi blusa de fiestas...
Mi pueblo representa lo que fui y lo que soy; lo que no quiero dejar de ser, lo que nunca volveré a ser; un mundo de certezas y abrazos; una mirada al sur, con la frente marchita, a veces... Benicarló es también "La misma noche que hace blanquear los mismos árboles".