jueves, 3 de junio de 2010

Cuando los besos curan

El beso “estimula la parte del cerebro que libera endorfinas en el torrente sanguíneo creando una sensación de bienestar”. Será por esto que mi hijo dice que los besos sirven para curar. Y si él lo dice...
Lo cierto es que no deja de ser una hermosa idea. Tan hermosa como científicamente demostrada. El beso, el cariño, en general, cura y, si no cura, como poco, alivia, calma, dulcifica, apacigua, atempera, atenúa cualquier tipo de dolor o sufrimiento; es más, los niños que no reciben cariño suficiente en sus primeros años de vida quedan marcados física y psicológicamente para el resto de sus días, evitándoles poder desarrollar patrones adecuados de conducta asociados al control del estrés y a las relaciones sociales.
Cuando estudiaba la carrera me impresionó poderosamente el concepto de "depresión anaclítica" también llamada "síndrome de hospitalismo". El término lo creó en 1945 el psicoanalista René Spitz para designar un síndrome depresivo sobrevenido en el curso del primer año de vida del niño, consecutivo al alejamiento brutal y más o menos prolongado de la madre. El trastorno presenta un terrible cuadro clínico difícil de imaginar y se puede dar en niños que viven abandonados en orfanatos o incluso en aquellos pequeños que pasan temporadas excesivamente largas ingresados en un centro sanitario. Por supuesto, y por desgracia, no es preciso un escenario concreto para abandonar a un niño; muchos de ellos, demasiados, sufren falta de cariño en entornos familiares aparentemente "normales".
Generalmente cuando un niño no recibe cariño suficiente en los primeros meses de vida puede producirse una regresión del desarrollo motor y, en general: decaimiento, pérdida progresiva de peso, insomnio agudizado, debilitamiento de las defensas del organismo frente a las infecciones que se repiten constantemente, llegando tristemente a un estado de miseria física que les lleva a olvidar sonreir e incluso deriva en un mutismo trágico . Y lo que me parece más horrible: la muerte.
El único tratamiento curativo del síndrome es el CARIÑO intensivo. Volvamos al principio; los besos curan. El beso del padre o la madre, del hijo o la hija, del amigo, del amante... Los besos curan.

"Los niños criados sin amor acaban siendo adultos llenos de odio."(Kardiner) En estos momentos seguro que todos estamos pensando en alguien a quien no le dieron demasiado cariño de pequeño. Alguien que dejó de sonreir, que mantuvo silencios extraños para su edad, que perdió el brillo de su mirada porque le faltaban abrazos. Todos los niños deberían de ser felices. Los adultos, por extensión, también lo seríamos. Los besos sólo cuestan ganas. Y ganas deberían de sobrarnos para hacer cosas buenas...

1 comentario:

  1. Creo que me lo sé de memoria, pero nunca deja de resultarme interesante.

    http://elmundodearmandilio.blogspot.com/2008/11/el-cerebro-del-beb-de-eduard-punset.html

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