Especialmente he buscado y releído algunas cartas que para mí, estos días, cobran más sentido que nunca. El día 24 de junio se me fue un amigo, de esos especiales, de esos que a pesar de los años sin contacto siguen ahí, recordándote que hubo un tiempo en que la vida podía reir y sangrar al mismo tiempo. Un amigo que fue también mi amor en una época de mi vida, la primera juventud, en que el dolor desgarra cuando llega y la felicidad desborda sin mesura para jamás quedarse de forma definitiva. Todo con él fue así, del cielo al infierno, de la sonrisa más sincera al llanto más infinito. Me quiso. Le quise. Me odió y le odié como sólo un adolescente puede hacerlo, con la vida abierta en canal. No nos tocó vivir lo mejor de nuestra existencia, lamentablemente los planetas nunca se alinearon a nuestro favor, no tuvimos suerte, no pudimos ser. Pero me quiso y le quise y lo fuimos todo el uno para el otro. Ahora tenía 36 años, toda una hermosa vida por delante, una hija de ojos profundos y limpios y una buena mujer al lado. Su corazón se paró. Su corazón que siempre había albergado todo de todos, su corazón que siempre había ofrecido de manera generosa a quien lo necesitara, su corazón inmenso y ya eterno... Y el mío llora.

Estos días estoy triste. Le echo de menos, a él y a toda la gente que estuvo y no está (independientemente del tipo de ausencia). Y supongo que es normal. Me entristece lo que me duele, lo que no puedo entender. Me entristece lo que no es lógico y destroza vidas. Me entristece que las cosas pasen y muchas veces se queden ahí, esperando a que llegue el momento de un rescate que nunca llega.
Me escribió muchas cartas, cartas que siempre esperé; le gustaba soñar, como a todos entonces:
"Llega el otoño y la ciudad derrama estrellas sobre mí. La noche crece en el balcón y aún quedan sueños por cumplir".
Entonces y ahora; siempre quedan sueños. Miro a mis Pablos y sonrío. Él siempre quiso verme feliz a pesar de todos los dolores (que, por desgracia, no fueron pocos).
Mil abrazos al grupo y a la familia.
Jose, un beso estés donde estés.